viernes, 9 de diciembre de 2011

Diciembre del 2008




.
.
Aquellas aceitunas 
cayendo entre los dedos.

Hilos de escarcha y el olor de la sombra
andan trepando por la memoria.

Es casi de cal esta sensación tan seca,
tanto,
que ya no sé si me llama a gritos,
o susurra y se vuelve arena
cuando el cielo se tiñe de verde.

Ha llegado el invierno como un regato
rebuscando entre las costumbres,
y necesito saber, si es el recuerdo
lo que de la mano 
me lleva, a esperar el momento 
en el que el aceite se agote en los candiles.

Desde que me perdí de frío, soy toda mujer
y me sangran de nostalgia, los brotes
que nacieron en las ramas de diciembre.
.
.

martes, 6 de diciembre de 2011

Un poema de diciembre del 2008


.

.

Y DIJO FRÍO
.
Era la arena
dermis reblandecida de lluvia,

se estremecía el viento.

La blancura de las casas, 

el idioma de las nubes,
y tal vez la luz,
eran parte de algo que no existía,

entonces dijiste beso,
 

justo en el momento en el que la sal
llovía impregnando el cielo,

y el sol, 

sesgó el matiz ahogado de la ternura,
se asomó distraído

y dijo frío.

.

.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

21 de Noviembre del 2008


.
.
Miel sobre la lengua

No es necesario contarte,
que todo se comunica 

en ese cielo de nubes y de sombras.
No lo es.
Tú sabes que de vez en cuando
se atreve a llovernos colores
sobre los muros,
y nos dejamos apuñalar
el uno al otro
como la luz al agua,
inmóviles de piel para adentro.

No es necesario que te diga
lo que cuenta noviembre en la calle,
para todos los que no oyen.
Hay hojas en el suelo
que saben más de nosotros
que nosotros mismos,
y las costuras que se aprietan
para acercarnos,
nos vierten miel sobre la lengua
cuando la tarde se divide en dos,
y se transforma en el humo
del día que nos sostuvo.

.
.

sábado, 5 de noviembre de 2011

5 de noviembre del 2007


.

El significado de la tristeza


A menudo, evito el momento
en el que los colores se apagan,
cuando el gris se apodera de los objetos
y parece que muriéramos en el borde 
de la piel, mate e indefiniblemente turbia.
No, no es tristeza lo que siento
es la tensión que precede 
al desgarro del horizonte vencido,
es un pedazo de muerte que me visita
que se asoma con cautela a estos ojos cerrados.

Y rechazo el instante,
como si con ello pudiera
librarme del suspiro hueco
que anda vaciándome 
el pecho de aire,
en el tiempo en el que olvido
el significado de la tristeza.

.

.

lunes, 10 de octubre de 2011

Huir

.
.
Desde la nada de una silla,
la opacidad de sus ojos
que como exagerada imagen,
se me presenta en el tiempo.
Y veo en hojas, el aire de la casa,
y hablo de las palabras quemadas,
de la fuerza que ejerce el viento
sobre las llamas,
mitad valor, la otra mitad miedo.
Y me doy la vuelta;
y escapo.
.
.

martes, 27 de septiembre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mientras


Tarda la palabra,

tarda.

Ha dejado de doler
la espera.

Su voz, guardada
como semilla en el surco.

Mientras,
                         el otoño;

para que pasen cosas
y se queden.
.
.

domingo, 28 de agosto de 2011

Y vienes en otro idioma


Traducción al rumano de Y vienes  gracias a Andrei Langa y a Ana Muela Sopeña, en su página Oaza de cuvinte.


Iată că vii


Şi îmi aduci frunze,
păsări mioape
care, în palmele tale,
ca în cuiburi, se ascund.
Şi îmi aduci nisip curat,
ca şi când ar fi încercat să bată
vânturile în ochii tăi.
Şi îmi aduci plăcerea naivă
de la copii şi de la râsete;
deasemena aduci ceva ce îmi scapă,
pe înserate,
ca să-mi explice cum cerul
face amor cu geamurile.


Poem de Mamen Alegre, traducere în română de Andrei Langa 


 Y VIENES

Y me traes hojas,
pájaros ciegos
que en tus manos,
como en nidos, se ocultan.
Y arena limpia,
como si hubiera ensayado
vientos en tus ojos.
Y me traes el placer ingenuo
de los niños y de las risas;
también algo que se escapa,
la tarde,
para explicarme cómo el cielo
hace el amor con las ventanas.

Mamen Alegre 





viernes, 26 de agosto de 2011

De hojas y astillas





Las hojas escogen el viento que las lleva a la tormenta. Las miro con el apetito creciente de ser la mano que las contenga. En un intento de vuelo el esfuerzo me lleva al  principio, cuando el dolor se despereza y es eje, grieta en la que soltar lastre, perfecto hogar de las astillas.

sábado, 6 de agosto de 2011

Los mapas

.
.

Demasiado temprano para recorrer las fatigadas calles, los mapas colgados de tu boca al levantarte, con su frío asustadizo, con ese miedo parecido a una montaña de noches.  
Se han expandido las luces y la voz del amanecer ya suena, ya cuenta las cosas que no me dijiste, o que tal vez, dijiste siempre.
Recuerdo que teníamos las paredes envueltas en papeles de colores, y que todo lo que hablábamos quedaba allí, escrito. Ahora no puedo leerlo, arrancaste los papeles con tus manos, desgranaste las palabras, separaste sus sílabas, y compones eternamente nuevo todo lo que hubo, y lo colocas delicadamente sobre el sueño que despliegas cada noche bajo la cama. Un sueño sin nombre  que se despereza y yace bajo tus pies, maullando, como un gato junto al agua.
Despiertas temprano, con la tibieza en la piel de las frutas recién cogidas, y te sientes a salvo de los mapas colgados de tu boca.
.
.

martes, 26 de julio de 2011

La pregunta

.
.

Cuando el dolor es viento,

ahueca la palabra

su corazón, que es vela, 

y las olas se asombran.



Tan delgadas sus manos

puestas en la razón,

que al creerla tan suya

me devuelve impoluta

la caricia del aliento.



Puedo gritar,

sin sobresaltar las plumas

de sus tiernas alas,

provocar un oleaje de brazos

que no afecte a su corriente,

flotar en la taza

de su cara de cielo.



Pero no puedo lamer

lo seco de sus ojos,

ni hundirme en la infancia

que me haga soñar

con el hueco perfecto,

para un verso milagro.



Rompe a correr la noche,

hay un vapor de hormigas

que trota y me despierta;

quien vigila su luz

se cubre con la peregunta

que ofrece para mis hombros:

¿Qué se puede hacer

ante el dolor de un ángel?
.
.



martes, 5 de julio de 2011

Solo soy


.
.
Insignificante pecho,
estanque seco de un ángel,
vasija de sangre del niño roto,
reguero  que traspasa la espalda
que fluye tras su cuerpo flor,
tras su desconcierto.
Son las doce de la mañana,
el vasto julio tiende a deshacerse
y seré lengua,
o rosa,
que a la aspereza
se acostumbre.
.
.

sábado, 4 de junio de 2011

La puerta


.
.
La puerta era de un color indefinido debido a las capas de pintura que llevaba sobre ella. Las últimas habrían sido, sin duda, una mezcla de restos que se fundieron en un pequeño bote abollado, con la ayuda de un palito de madera. El pincel que se utilizó para aplicarla, tendría oxidada la virola rayada que sujetaba sus pelos, entre ellos restos de colores de otros veranos.
Los matices de color de la puerta, oscilaban entre el marrón, el verde y el amarillo, según el día en que apoyaras tus manos o tu mejilla en su rugosa superficie, y la rejilla situada en la parte superior de su entrepaño, llevaba cuatro pequeños cristales empañados.
Atravesaban el batiente de la puerta los cuerpos de dos niños desde sus lados contrarios. La puerta era frágil, nada pesada y separaba la lluvia de la humedad interna, al viento de su sonido, a la sed de las manzanas. 

Tiene la puerta un secreto que se deposita sobre los restos de la inocencia. Una voz de sangre que como un hechizo, perdura en la cara interna de la muñeca de quien provoca la escritura, que surge temblorosa, del agua de este recuerdo. 


Felicidades. Este es mi mayo retrasado.
.

martes, 26 de abril de 2011

Y vienes

.
.
Y me traes hojas,
pájaros ciegos
que en tus manos,
como en nidos, se ocultan.
Y arena limpia,
como si hubiera ensayado
vientos en tus ojos.
Y me traes el placer ingenuo
de los niños y de las risas;
también algo que se escapa,
la tarde,
para explicarme como el cielo
hace el amor con las ventanas.
.

domingo, 10 de abril de 2011

Al fin, solo quedó mi vientre



Aquel poema
causó un temblor extremo
en el líquido de mis vísceras,
la sangre describió un trazado
imposible ante las palabras,
y quise comprenderlo,
pero su estructura sencilla
se asemejaba a un corazón hueco
con las venas al viento,
su sombra espejo, el silencio,
la pausa más hermosa.
Pasé entonces mis ojos por él
como hacen los niños
con sus dedos pegajosos
sobre las paredes,
y como una corriente fría
en el agua cálida del río
llegó la música y el instante
fue viento.
La mirada quedó fija en un equilibrio
igual al que desprenden
los cuerpos recién amados.
Al fin, solo quedó mi vientre
y unos versos en él
clavados como cuchillos.
.
.