martes, 26 de julio de 2011

La pregunta

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Cuando el dolor es viento,

ahueca la palabra

su corazón, que es vela, 

y las olas se asombran.



Tan delgadas sus manos

puestas en la razón,

que al creerla tan suya

me devuelve impoluta

la caricia del aliento.



Puedo gritar,

sin sobresaltar las plumas

de sus tiernas alas,

provocar un oleaje de brazos

que no afecte a su corriente,

flotar en la taza

de su cara de cielo.



Pero no puedo lamer

lo seco de sus ojos,

ni hundirme en la infancia

que me haga soñar

con el hueco perfecto,

para un verso milagro.



Rompe a correr la noche,

hay un vapor de hormigas

que trota y me despierta;

quien vigila su luz

se cubre con la peregunta

que ofrece para mis hombros:

¿Qué se puede hacer

ante el dolor de un ángel?
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martes, 5 de julio de 2011

Solo soy


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Insignificante pecho,
estanque seco de un ángel,
vasija de sangre del niño roto,
reguero  que traspasa la espalda
que fluye tras su cuerpo flor,
tras su desconcierto.
Son las doce de la mañana,
el vasto julio tiende a deshacerse
y seré lengua,
o rosa,
que a la aspereza
se acostumbre.
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