lunes, 21 de diciembre de 2015

Rescatando poemas de lluvia 2


Digo que  corro por no mojarme

pero es mentira.

Las palabras que pasean 
como hormigas por mi vientre
me ahogan y me vuelven incómoda,
extraña.

Y me miro de los pies al pecho
por si algún signo me delatara.

               El temblor es imperceptible
interno como un pasado oculto,
como las arterias de los ojos.

Y corro,
               y digo que corro por no mojarme.

Otra vez la lluvia
pidiéndome adentros,

como si yo pudiera entrar en mí
cada vez que ella me llueve.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Rescatando poemas de lluvia

Hay días que son de lluvia
y en ella te recreas.
Acabas de su mismo color
como si quisieras fundirte
y provocar equívocos
en aquellas palabras
que en algún tiempo
nos estallaron en la boca.
Siempre fueron caprichosas
las palabras que nos mojaron,
y el agua que te rodeaba
aquellos días.
La lluvia se ha convertido hoy
en un halo incoloro que me perturba
Por eso escribo
y me detengo en lo que
haría si no colocara las sílabas
de esta forma tan dúctil
tan semejante a la respiración
cuando dormimos y no sabemos
que la muerte se esconde
en un sueño y que la noche
se afila en el acento

de un ángel insuficiente.

martes, 17 de noviembre de 2015

El hecho de morir





Basta un estrépito brutal
para arrancarle palabras
al fondo de mis huesos.
Como un herido más
me arrastro y vierto
un camino en cualquier grieta.

De repente puedo correr
continuar hasta el agotamiento
salir.

Es el hecho de morir
la única liberación
que me avergüenza.



domingo, 14 de junio de 2015

Esta tristeza no es mía

.
..
Confieso que no es mía
esta tristeza que acarreo,
la cogí una tarde
de lo alto de una estantería
en el supermercado del barrio.
no pude resistirme
la probé, me quedaba perfecta,
pero no la pagué.
La guardé en el bolsillo
de mi abrigo de cuadros
y desde entonces 
va conmigo a todas partes.
Nadie nota
que no me pertenece,
me gusta pasearla orgullosa
por las fiestas,
llevarla al cine,
a cenar con amigos.
Y sonreír como hacen
las auténticas ladronas
de tristezas.
.
.