miércoles, 11 de abril de 2012

El tiempo en el latido

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De improviso,
surgen letras arrugadas
de donde el aire no llega.
Y cuando brota la escritura
redonda como una cadera,
cálida como el aliento
en la palma de la mano,
dejo de ser piedra,
se me inundan los oídos
de voces que ya estaban,
palpo un corazón que late
y con la velocidad
acuciada por el ansia,
consigo arrebatarle al latido,
el tiempo pequeño y exacto
para escribir este poema.
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