Digo que  corro por no mojarme
pero es mentira.
Las palabras que pasean 
como hormigas por mi
vientre
me ahogan y me vuelven incómoda,
extraña.
Y me miro de los pies al pecho
por si algún signo me delatara.
               El temblor es imperceptible
interno como un pasado oculto,
como las arterias de los ojos. 
Y corro,
               y digo que corro por no mojarme.
Otra vez la lluvia
pidiéndome adentros,
como si yo pudiera entrar en mí
cada vez que ella me llueve.
 
